31 de agosto de 2015

RESILIENCIA ≠ FORTALEZA INTERIOR



Ahora se está extendiendo la idea de que el ser humano tiene que sacar su fortaleza interior en cualquier circunstancia, que en realidad lo que importa no es lo que nos ocurra -no importa que hayas tenido una infancia de malos tratos o que te hayas visto obligado a abandonar tu tierra y tu familia para buscar trabajo en otros lugares, o que hayas perdido la columna en un accidente-, sino tu forma de afrontar los acontecimientos. Entonces te clasifican en "tiene o no tiene fuerza interior" y si te hundes por algo, en el fondo piensan: "Qué débil es", como si salir adelante a pesar de lo que ocurra sea una exigencia que depende exclusivamente de ti. Pero, ¿este pensamiento no nos libra a todos los demás de mejorar las cosas? Me suena a la misma línea del individualismo, que trae consigo que la sociedad se desembarace tranquilamente de lo que no le gusta ver, de la desgracia ajena, de las barbaridades que ocurren diariamente. Esto nos quita la responsabilidad de cambiar las cosas, porque desde este prisma, ¿no corremos el riesgo de convencernos de que no tenemos que hacer nada porque lo que importa es cómo las personas afrontan sus vidas?


Lo peor de todo es que han tomado la palabra Resiliencia -que precisamente viene a quitarnos esa idea de la cabeza-, como sinónimo de este concepto de "fuerza interior". Veo que a veces, sin profundidad alguna, se están dando talleres, cursos y jornadas con su nombre, hablando más de lo mismo: "Eres resiliente" o "no eres resiliente". Nada más lejos de la realidad. El término Resiliencia es mucho más amplio, más rico y más profundo que todo esto y sobre todo es un proceso que nos concierne a TODOS,  que todos podemos y debemos contribuir a la mejora de la calidad de vida de las personas que nos rodean, tanto para ayudarles a cambiar sus circunstancias, como para dotarlas de recursos para que se reconstruyan. La resiliencia es un concepto que echa por tierra la simplificación tan peligrosa de que solo hace falta fortaleza interior para salir adelante, porque somos más que un individuo; nos construimos y reconstruimos para bien y para mal en función del entorno que nos toca vivir, y el proceso se completa con más de un pilar individual. De hecho uno de los tres pilares fundamentales para que se dé este proceso de reconstruccion, es la figura del Tutor de Resiliencia, que puede ser una persona, o una religión, o el arte..., pero siempre algo exterior a nosotros. (Para profundizar y no mal usar esta palabra invito a las lecturas de Cyrulnik y sobre todo el paseo por un blog que no tiene desperdicio y que, entre otras muchas ideas interesantes y necesarias, pone en su sitio estos conceptos: www.disparefuturo.wordpress.com).


Una vez leí un cuento sobre una niña que tiene una infancia desgraciada, y en su desesperación y soledad, cuando está a punto de darse por vencida, una anciana la ve y le dice al oído unas palabras. A partir de ese momento, la niña empieza a ver las cosas de otra manera,  encauza su vida y se hace toda una mujer llena de amor y amigos. En el lecho de muerte, rodeada de sus familiares, estos le suplican que les revele las palabras de aquella anciana de su niñez, que tanta fuerza y motivación le han dado,  y ella les dice:


-Me dijo que en cualquier momento y en cualquier lugar alguien me necesita.


La resiliencia afortunadamente va más allá de nosotros mismos, es un proceso con el que salimos todos ganando, que tiene múltiples direcciones y que nos alivia, nos completa y nos devuelve al regazo de esa humanidad tan amplia y dispar en la que hemos nacido.


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